¿Gran detective? ¡Andáaaaaa....!
HERENCIA DE SANGRE (Blood Heritage, 1933)
Autor: Richard Wormser (a) "Nick Carter"
Colección: Hombres Audaces nº 150
Serie: Jim Wallace nº 6
Edita: Editorial Molino, Buenos Aires, 1941
Esta vez, Jim Wallace no hace honor a su apodo del mejor detective del mundo… De hecho se comporta como un amateur total.
¿Por qué ese juicio tan duro? Vayamos a los hechos.
Todo comienza cuando a Jim lo contrata un millonario que dice que lo quieren asesinar. Y efectivamente es así: al tipo lo quiere matar un hombre con una cicatriz que es evidentemente falsa. Y para Wallace el sospechoso es su socio, que encima es el heredero más directo a la fortuna de un abuelo multimillonario.
El problema es que el sospechoso está tan remachado en todo momento que enseguida uno lo descarta. Es obvio que el tipo no va a ser (a menos que nunca hayas leído una novela de misterio, lo cual te convierte en un niño de cinco años o en un bosquimano de Kalahari alejado pro completo de la civilización... y encima tarado), por lo que es lógico que sospechemos de otro. El drama es que el otro sospechoso es su propio cliente... que tampoco es porque, al final, en un recurso muy deus ex machina, aparece de la galera un culpable inesperado que encima lo hace por chiflado. Y solo cuando lo atrapa, Wallace deja de sospechar en el heredero del millonario.
¿Gran detective? ¡Sí, claro!
Igual la novela tiene sus momentos. Especialmente logrado es una trampa mortal muy bien hecha: en un sótano queda encerrado nuestro héroe. El villano, antes de cerrar, dispara sobre un contenedor y de ahí sale acido clorhídrico, llenándose de gas cloro de a poco… ¡y la única manera de salir es por la puerta, donde espera el otro tipo con el arma preparada!
Hay varios escapes imposibles así, aunque no tan geniales. Si quieren ver cómo inventar una trampa mortal para sus partidas de rol o paral o que sea, lean esta novela. Por lo demás, es una más del montón entre los pulps, la verdad. Ningún clásico definitivamente.
(Hay otras reseñas de novelas de Jim Wallace aquí y aquí.
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